Los leucocitos no llevan pigmento rojo (hemoglobina) y se
diferencian de los estos,
a través de un microscopio, por su falta de color. Los leucocitos son blancos,
los glóbulos blancos se dividen en granulocitos,
monocitos y linfocitos. Los dos
primeros se forman en la médula ósea, mientras que los últimos lo hacen en los
órganos y tejidos del denominado sistema linfático (bazo, ganglio linfático,
timo). El tamaño de los leucocitos puede
ser de entre 7 (linfocitos) y 20 micrómetros (monocitos).
Ya
que los glóbulos blancos no contienen hemoglobina,
no intervienen en el transporte de oxígeno. Sin embargo,
los leucocitos son un componente muy importante del sistema
inmunitario. Su principal misión es identificar y destruir agentes
patógenos. Gracias a su movilidad autónoma pueden llegar al foco de infección a
través de las hendiduras de los vasos
capilares (diapédesis),
fagocitar las bacterias y destruirlas. También se las conoce como células
limpiadoras.
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